Anécdotas de la primera visita de Monseñor Lefebvre a América del Sur

Fuente: Distrito de América del Sur

Monseñor entre los fieles "siempre con la generosidad y santidad que lo caracterizó en todo momento"

Muchas anécdotas interesantes recuerdan los presentes en las actividades realizadas por Monseñor Lefebvre en su primera visita a nuestras tierras, que no pudieron ser contadas en el artículo histórico para no extenderlo demasiado. No pudiendo tampoco dejarlas de lado, las transcribimos en el presente artículo.

La primera anécdota tuvo lugar en el aeropuerto de Santiago de Chile a la llegada de Monseñor Lefebvre y nos la cuenta Monseñor Tissier de Mallerais en la biografía de Monseñor que él mismo escribió. Toda la comitiva de Monseñor era el padre Jean-Michel Faure que lo acompañó durante la visita a Chile y Argentina. Probablemente no se esperaban que la visita tuviera tanta repercusión:

En Santiago de Chile, el 17 de julio, desde el avión, Monseñor Lefebvre escuchó gritar a la gente: «¡Lefebvre, sí! ¡Comunismo, no!» La muchedumbre era tanta, que se hacía imposible abrirse camino; por eso el vehículo del Arzobispo, escoltado por dos autos de policía, dio media vuelta y salió por las pistas del aeropuerto, pero fue en vano, pues a lo largo de todo el trayecto había gente con banderolas que aclamaba al Prelado. Los titulares de los diarios decían: «El Cardenal Silva Henríquez declara: Lefebvre es un Judas», pero en la tirada del día siguiente se leía: «Lefebvre responde: Yo no soy un Judas, yo no abracé a Fidel Castro».1

La segunda anécdota tiene lugar en Buenos Aires Argentina. La visita de Monseñor Lefebvre se preparaba como un evento de gran importancia. No se escatimaron los trabajos para poder acercar a los fieles que amaban la Tradición de la Iglesia y querían conocer a Monseñor:

El promotor de esto y quien lo invita [a Monseñor] fue [Roberto] Gorostiaga… estoy seguro de eso, creo que le pagó el pasaje y lo invitó. Fue como anfitrión. Él abrió el juego y participaba también la gente de «Patria Grande». En ese momento, el matrimonio Quantín, El Capitán Rubio, o sea, el padre del Padre [Rubio]. Mucha gente más: José María Racedo… le puedo nombrar mucha gente más. Fundamentalmente, el grupo «Patria Grande»… Recuerdo al padre Sánchez Abelenda que también dio conferencias. La expectativa fue grande por la venida de Monseñor, imagínese, año 77 cuando el año 76 había salido mucho en la prensa sobre él, sobre la suspensión «A Divinis», etc… En mi casa, es decir, en la casa de mis padres, funcionó una especie de secretaría de prensa. Esto se circunscribía en mandar notas a los diarios, por pedido de don Roberto, y dejarles el número de teléfono para que se comunicaran, lo cual fue hasta simpático porque llamaron de todo el mundo y en todos los idiomas. En fin, imagínese que respondíamos como podíamos. Mi casa también fue parador de algunos amigos de Córdoba y de La Plata. Los que me acuerdo, de La Plata eran Alfonso –luego Monseñor–, y Ricardo Cardinali. Después de Córdoba habrá venido Casermeiro y seguro Ricardo González… Como dato de contexto, la empresa de don Roberto nos había dado un vehículo con el cual nos desplazábamos y el viaje que más recuerdo es el viaje a Villa Tesei y la reunión que tuvo Alfonso de Galarreta con Monseñor.2

  • 1Monseñor Tissier de Mallerais, Biografía de Monseñor Lefebvre. Ediciones Río Reconquista, pág. 582.
  • 2Gustavo Guasti, testigo presencial. En el vehículo puesto a disposición por don Roberto Gorostiaga, nuestro interlocutor había trasladado a Alfonso de Galarreta a la casa del Escribano Marcelo Ferrari, para entrevistarse con Monseñor Lefebvre.

Monseñor parte de América del Sur en barco

Los detalles de dicha reunión los transcribimos en la tercera anécdota que tuvo lugar en la casa del Escribano Marcelo Ferrari, al día siguiente de la llegada de Monseñor Lefebvre a Buenos Aires:

Lo llevamos [a Alfonso de Galarreta] a la casa de la familia Ferrari. Efectivamente, tuvo una reunión con Monseñor de unos 20-30 minutos. Yo recuerdo que lo veía de lejos porque era un departamento grande de Barrio Norte. La expectativa de nosotros también era grande y, recuerdo… cuando vi que la reunión más o menos terminaba le pregunto a Alejandro Aliaga «¿y, qué pasó?» él me responde, «Monseñor quedó sorprendido con Alfonso y parece que se lo lleva»… no sé cuánto tiempo pasó, días y pocos, pero Alfonso de Galarreta parte a Suiza, por supuesto.1

Al final de la reunión, Monseñor Lefebvre dejó una impresión inolvidable en los presentes:

Esa reunión fue para mí muy grata porque después tuve oportunidad de conversar con Monseñor Lefebvre. Un episodio muy grato: se sorprendió él cuando le pedí que firmara una foto que yo había sacado de una revista. Me preguntó de dónde la había sacado –claro, una fotografía que había salido en revista «Somos» o «Gente», alguna de esas, que le habían tomado a él en aquella famosa homilía de Lille–. En fin, como para finalizar la reunión, Monseñor Lefebvre nos impuso el Escapulario de la Virgen del Carmen a dos policías que estaban y a mí, siempre con esa generosidad y santidad que lo caracterizó en todo momento, o sea, era la postura de un santo, la mirada de un santo y… bueno, todo lo que se pueda decir de él nunca será suficiente…1

La conferencia de prensa de Monseñor Lefebvre en el hotel Transocean del viernes 22 de julio fue un hecho que llenó de emoción a todos los asistentes. Recordemos el hecho citado en el anterior artículo: los periodistas hicieron todo tipo de preguntas. Magdalena Ruiz Guiñazú, de manera insistente e irrespetuosa, inquiría a Monseñor sobre la obediencia:

Monseñor le decía que no era obligatorio obedecer sobre una mala acción y puso la comparación que si un padre le dice a su hija que haga algo malo, la hija no tiene por qué obedecerle, entonces, esta señora sale diciendo: «pero usted está comparando la Iglesia con una mujer cualquiera», algo así. Entonces el primero que reacciona es el padre Faure e inmediatamente Monseñor Lefebvre. Creo que palabra de por medio del padre Faure, Monseñor reacciona con una respuesta apropiada. Digo apropiada porque conformó a todo el mundo. Fue todo un éxito.1

Las respuestas de Monseñor dejaron a todo el auditorio emocionado:

Salimos tan emocionados del hotel que en plena calle Florida comenzamos todos a gritar: «¡Lefebvre! ¡Lefebvre!» y claro, Monseñor estaba en medio de nosotros… la gente no entendía nada.2

Finalmente, la misa del 24 de julio en Villa Tesei, última actividad pública de la breve visita de Monseñor Lefebvre por nuestras tierras, dejó también una gran impresión en todos los presentes. La misma, por motivo de las dificultades que hubo en el galpón de la empresa del señor Gorostiaga, el 20 de julio, se organizó casi en secreto:

Nos enteramos de la misa por «teléfono de baquelita» nadie sabía nada, uno llamaba a otro «Monseñor va a celebrar misa el domingo en tal lugar» y así nos fuimos enterando todos.3

En la quinta de Villa Tesei, se celebró la misa, tan recordada, con la presencia de unas mil quinientas personas:

Era un cuadro muy particular por lo grato. Parecía una escena de película muy antigua. Verlo ahí, debajo de un árbol al padre Sanchéz Abelenda y al padre Le Lay, si mal no recuerdo. Supóngase: uno en la galería o debajo de un alero, el otro debajo de un árbol confesando a la gente… mucha gente… en ese parque tan lindo de aquella quinta.1

Un artículo de un diario dice que asistieron a la misa setecientas personas… no, eran muchas más. Otro artículo dice que fueron dadas tres mil comuniones. También me parece muy exagerado. Lo que sí recuerdo es que la fila de la comunión era interminable… interminable. Habría unas mil quinientas personas3

Todos estos recuerdos dejó la presencia de un Prelado de la Iglesia Católica Apostólica Romana que no hizo más que lo que debía hacer, transmitiendo lo mismo que le fue confiando en su consagración episcopal y que transmitió desde aquel día por el resto de su vida.

 

Credidimus Caritati

"Hemos creído en la caridad" (1 Jn. 4, 16)

Monseñor Marcel Lefebvre (1905 – 1991)

  • 1 a b c d Gustavo Guasti
  • 2Alejandro Catarineu, testigo presencial
  • 3 a b Alejandro Catarineu