¡Ave Cor Mariae! Crónica de mi primer campamento de la Sociedad San Andrés

Fuente: Distrito de América del Sur

Cada año en el mes de enero tiene lugar el campamento de la Sociedad San Andrés para señoritas de 13 a 25 años. Compartimos el diario de una jóven que, como muchas, se animó a hacer el campamento.

Primer día

Querido diario:

Hoy me instalé en el campamento. Al llegar había mucha confusión: todas hablaban, se saludaban y reían al mismo tiempo ¡Somos un montón! De tantas, sólo conocía a unas pocas chicas. Comparto habitación con tres extrañas. Me tocó la cama superior de la cucheta (cuando era más chica me encantaba, ahora, no estoy tan segura)… Ya tendré tiempo de amigarme con ella. Mi equipo tiene el nombre de un Santo que en este momento se me escapa… Mi jefa tiene una cara de mandona… Me costó un poquito entregar el celular cuando me lo pidió.  Tengo miedo de no poder aguantar tantos días. No sé cómo la voy a pasar. Para colmo, acá en Córdoba está lleno de bichos. Los mosquitos no me dejan en paz, ¡me rasco todo el día! Y el lugar no es muy higiénico tampoco… Pero a la mayoría parece no importarle mucho. Una de las chicas de mi grupo es insoportable, se cree no sé qué. Tiene rulos y es súper blanquísima. Me cae tan mal, habla todo el tiempo de lo que hicieron “hace cinco campamentos”, o “aquel otro”, o “esa otra vez”. Estoy luchando conmigo misma: una parte mía quiere quedarse y la otra quiere salir corriendo.

Cuarto día

Querido diario:

No pude escribirte ayer ni anteayer porque no me da el tiempo. Tenemos sólo media horita para prepararnos y acostarnos. Después,  apagan la luz. Me escapé al pasillo, porque acaban de apagar la luz de las piezas. Tengo que apurarme, en cualquier momento apagan ésta también, y además, me caigo de sueño. Ya sé el nombre de mi equipo, se llama: “San Agustín”. No te podés imaginar el día que tuve hoy. No hemos parado ni un solo momento entre juegos y charlas. La chica de rulos resultó ser la más simpática de mi grupo, después de todo, no es tan creída como a mí me parecía. Hoy me explicó un poco más eso de las charlas. Nos lo dijeron el primer día, pero era todo tan nuevo que no terminaba de entender. Resulta que las charlas que tenemos van siguiendo una temática, que cambia cada año.  ¡Pero la verdad es que no me acuerdo bien cuál es la de este año! Se trata sobre un obispo, pero no sé cómo se escribe su nombre. Tengo que prestar más atención a las charlas… Ayer fuimos al río, no me animaba a bañarme porque una chica dijo que había arañas de río, pero como después se metieron todas, y hacía tanto calor… me metí también. Después, ¡ya me olvidé! ¡Lo pasamos muy bien! Hoy jugamos un juego divertido: teníamos que armar una fila y la primera salía corriendo y después; bueno, no, se me acaba el tiempo. ¡Voy a ver cuándo puedo volver a escribirte!

Décimo día

Diario:

Es el día décimo. Estamos organizando el fogón. Me toca actuar y tengo mucho papel. Estoy estresándome. Nuestra obra cómica es genial. Yo pinté un poco el estandarte. El puntaje de los grupos está peleado, si ganamos dos juegos más podemos estar al frente. La temática es sobre Monseñor Lefebvre  (ya aprendí a escribirlo). Es interesante su vida, lo de las misiones. El padre hoy nos contó la vida de unas santas mártires. He quedado muy impresionada. Me pidieron que actuara en la obra final, voy a salir de soldado. Me está interesando esto de las SAS (no son tan aburridas, en realidad). Ya no tengo tiempo, tengo que ir a ayudar con el fogón.

PD: ¡Vamos San Agustín que ganamos!

Décimo tercer día

Querido diario:

El campamento ya se va acabando. Hoy María me enseñó esa canción bonita que todas cantan. En el Rosario de la tarde seguro la cantamos. Ya no se me hace pesado rezarlo… Con Valentina nos ofrecimos a armar el ramo de flores de la Virgen, ¡lo que nos costó! No podíamos encontrar una mísera florcita en todo el lugar. Pero al final quedó bonito. Eso nos dijo la jefa de la SAS cuando lo vió. Como dijo María “la Virgen se pondrá contenta”. La guitarreada de anoche estuvo genial, de las mejores. Sólo compite con la noche de cuentos mirando las estrellas. Mañana tenemos un retiro, debemos estar en silencio ¡me va a costar hacerlo! Celina me estuvo dando consejos, dijo que a ella también le costaban pero que servían mucho. Veremos. Hoy estuve leyendo el estatuto. Mi jefa me lo iba explicando. Me impresionó ella: ser SAS la hacía parecer importante. Tenía como una misión: “consolar el Corazón Inmaculado”. Repetía siempre eso, todas lo repiten siempre. Pero parece algo difícil… no sé, mañana le pregunto a María, tengo más confianza con ella. Es re graciosa, me mata de la risa, ¡hace unas caras!

Último día

Querido diario mío:

Aquí estamos: ésta es la última noche. Ganamos en el fogón y en el himno. En un rato vamos a ir a compartir el premio con el equipo. ¡Una chica de mi grupo me preguntó si iba a volver el año que viene! Y Cande también me lo pidió, y María, y Viviana. ¡Voy a tener que volver! Además, como ahora soy postulante de la SAS, tengo que volver. Se pasó tan rápido, y hay tantas cosas que todavía no cuento: como cuando salimos de paseo, o cuando con Lucía nos caímos al barro (fue tan gracioso), o la obra del otro grupo en la que me descostillé de la risa, o aquella sopa de cebolla que nos hicieron comer, o cuando sorprendí a un sapo en la habitación, o cuando encontré mi cepillo de dientes en las cosas perdidas (¿cómo llegó ahí?), o la charla sobre los fines de la SAS y la importancia de cumplir los pedidos de la Virgen de Fátima (¡estuvo muy buena!), o cuando en taller de bordado hice un enredo con la lana… Me llaman a repartir el premio. No puedo creer que ya hayan pasado los quince días, quiero que sean más… ¡Ahora a volver a casa! En fin… qué bueno que me animé a venir.

¡Ave Cor Mariae!