La Santificación del Domingo. Espíritu de la Iglesia en nuestro deber más importante

Fuente: Distrito de América del Sur

Aprovechando la Semana Santa y nuestra preparación para las solemnidades de la Pasión y muerte de nuestro Señor, será muy saludable a todo católico examinarse sobre uno de los deberes principales que tenemos para con Dios: la santificación de los domingos y fiestas de guardar. Que esta Pascua nos encuentre con la disposición de dedicarnos más a las obras de piedad en el día del Señor.

La Santificación del domingo

En aquel tiempo entró Jesús un sábado a comer en casa de uno de los principales de los fariseos, y le estaban acechando. Y he aquí que un hombre hidrópico se puso delante de él. Y Jesús, dirigiéndose a los doctores de la ley y a los fariseos, les dijo: ¿Es lícito curar en sábado?  Mas ellos callaron. Entonces, tomándolo Jesús de la mano, lo sanó y lo despidió.1

Como vemos en este pasaje del Evangelio, los fariseos llevaban el respeto del día sábado, que para ellos era el día sagrado de la semana, hasta un rigorismo exagerado y ridículo, como si el hombre hubiese sido hecho para el sábado. Se equivocaban, como Nuestro Señor les reprochará varias veces, por hacer consistir el sábado en la prohibición de hacer todo un conjunto de cosas. Se trataba de una observancia puramente externa del sábado.

Pero ¿qué pasa? Que también muchos cristianos, incurriendo en el defecto de considerar la santificación del domingo como algo puramente externo, caen hoy en el otro extremo, no dándole ninguna importancia. Los fariseos pensaban que todo estaba prohibido; estos cristianos piensan que todo está permitido.

Para poner fin a estos abusos, empecemos por aclarar tres cosas:

  • La primera, cuál es el espíritu de la santificación del domingo;
  • La segunda, por vía de consecuencia, qué nos está prohibido en este día sagrado;
  • La tercera, qué cosas Dios nos pide.

El espíritu de la santificación del domingo

Nuestro Señor mismo quiso indicarnos cuál es el fin del día de descanso, el sábado para el Antiguo Testamento, el domingo para el Nuevo. Y lo hizo en el relato de la creación.

Allí vemos que Dios procede a crear todas las cosas, y lo hace al modo de una semana bien empleada. De esta semana, Dios dedica seis días a organizar todas las cosas que ha creado: el primer día crea la luz y la separa de las tinieblas; el segundo separa las aguas superiores de los aires y de las nubes de las aguas inferiores de mares, lagos y océanos; el tercero separa las aguas de los continentes, y adorna las tierras con plantas; el cuarto adorna los cielos con astros: sol, luna y estrellas; el quinto llena los espacios del aire con aves, y los espacios del mar con peces; y el sexto día, después de poblar toda la tierra de animales de toda clase, crea al hombre como la coronación de toda la creación material.

Y ¿qué nos dice la Sagrada Escritura? Que después de haberlo creado todo, Dios se pone a contemplar su obra, y ve que toda ella ha salido de sus manos sumamente buena; y por eso separa el día séptimo, en que Dios descansó, esto es, dejó de crear, y lo santificó, esto es, lo estableció como fuente de santificación para el hombre, para que en él el hombre imitase a su Creador: esto es que después de haber trabajado toda la semana para remediar todas sus necesidades, le dedique el día séptimo a la contemplación de las obras de Dios.

El domingo es un día que, por la misma voluntad de Dios, queda exclusivamente consagrado a su culto; a la meditación de sus obras, no ya sólo de la creación, sino sobre todo de la redención; a los intereses sobrenaturales de nuestras almas. Ésta es toda su razón de ser.

Y fijémonos en la bondad de Dios, que pudiendo obligarnos a su santo servicio todos los días de la semana, nos deja seis para nuestras necesidades, y sólo nos pide que le dediquemos uno; pero ese, entonces, bien dedicado, a Él, y a sus intereses sobrenaturales en nuestras almas.

  • 1Lucas 14, 1-4

La curación del Hidrópico. Mosaico de la Basílica de San Marcos de Venecia

Qué se prohibe hacer en el domingo

Una vez dicho esto, fácil es ver qué cosas no debemos hacer en domingo.

  1. Si decimos que el domingo es para Dios, significa, ante todo, que no es para nosotros. Porque está de moda entre muchos cristianos ir a Misa el sábado por la tarde, o el domingo muy de mañana, para tener así todo el resto del día para ellos. O suponer que el domingo es un día de descanso del trabajo de la semana. Y es que hoy nos han metido en la cabeza que el domingo es un día para nosotros. No: es un día para Dios, que hemos de gastar en las cosas de Dios y del alma.
  2. Por eso está prohibido hacer trabajos serviles. Está prohibido realizar toda clase de trabajos que puedan apartar nuestra mente del culto de Dios, de la atención que debemos a las cosas de Dios. Y esta es la única razón del descanso dominical, del reposo corporal: que las ocupaciones y las actividades cotidianas, que las preocupaciones de cada día, no nos absorban en esta jornada, para no impedirnos entregarnos al Señor. Y este cesar en los trabajos y negocios materiales es lo que se llama “guardar” el domingo.
  3. Pero están prohibidos todas aquellas cosas que van contra el fin de este día, que es santificarlo, consagrarlo a Dios. Y así se prohibe profanarlo con actividades malas o pecaminosas, con diversiones malsanas, con compañías peligrosas…¡Con esas actividades malas no sólo no santificamos nada, sino que lo profanamos todo!

Pero entonces, ¿no puedo ir a jugar un partido de fútbol? ¿no puedo distraerme con algo sano? ¿no puedo ver un espectáculo? Depende. Si organizo todo el día en función de ese espectáculo, está claro que no tengo el espíritu de Dios, de la Iglesia, de la santificación del domingo.

Ya el mismo Concilio de Trento deploraba que muchos cristianos no santificaban el día domingo por la afición excesiva que tenían hacia los espectáculos públicos y hacia los juegos.

Pero si, luego de haberlo organizado todo alrededor del culto de Dios, de la Santa Misa, de la recepción de los sacramentos, además me queda un ratito para descansar inocentemente, y puedo recrearme santamente, claro está que respeto el día sagrado y puedo hacerlo.

Qué cosas se nos piden en el domingo

Así, si descansamos y dejamos de entregarnos a cierta clase de obras, es para entregarnos al culto de Dios. Claro está que, siendo nosotros las criaturas de Dios, le debemos un culto: de adoración, reconociendo su infinita Majestad y nuestra dependencia de Él; de expiación, o de súplica de perdón y ofrecimiento de una reparación por nuestros pecados; de acción de gracias por todos los beneficios que nos da; y de impetración, o de pedido de todas las cosas que seguimos necesitando y esperamos alcanzar de su bondad.

Ahora bien, este culto y servicio de Dios se practica, enseña el Catecismo de Trento, especialmente de cinco modos: El primero es acudiendo al templo de Dios y asistiendo devotamente al santo Sacrificio de la Misa. El segundo es frecuentando los sacramentos, especialmente los de Penitencia y Eucaristía. El tercero es oyendo con atención la divina palabra, y aplicándose con diligencia a aprender cuanto se refiere a la doctrina sobre la vida cristiana. El cuarto es aplicándonos a la oración y a las alabanzas divinas. Y el quinto es ocupándonos con algunas obras de piedad, esto es, practicando las obras de misericordia.

Es muy importante saber esto porque a veces nos podrá suceder que no podamos ir a Misa1 . ¿Qué hacer entonces? Santificaremos el domingo cumpliendo con las demás obras que Dios nos exige en este día: por ejemplo, rezando el Santo Rosario en familia para dedicarle el domingo a Dios; enseñando el catecismo a los hijos, o entregándose a una lectura formadora en ese día; cumpliendo algunas obras caritativas.

Conclusión

Amadísimos hermanos, hacia 1.840 la Santísima Virgen María se les apareció a dos pastorcitos en La Salette, para anunciarle que los pecados que se cometían en Francia eran tan grandes, que Ella ya no podía seguir aguantando la mano justiciera de Dios. Y ¿qué pecados eran los que clamaban la venganza del cielo? Dos en especial: el de blasfemia, y el de no santificar los días festivos.

Y es que muy grande castigo merece despreciar un mandamiento de Dios tan fácil de practicar (Dios nos manda no trabajar), y tan útil para nosotros mismos (pues por su cumplimiento nos acercamos a Dios por la oración, escuchamos la predicación de las cosas celestiales, adoramos y recibimos en la Misa a Jesucristo, y recibimos el perdón de nuestros pecados). Prometamos, pues, a Dios y a su Santísima Madre no descuidar nunca en nuestras familias la santificación de este día.

  • 1Se trata del caso de una imposibilidad de ir a misa, no de tener otro compromiso el día del Señor. En todo caso, si por algún motivo no se puede asistir a misa un domingo o día de guardar, conviene consultar a un sacerdote para saber si realmente dicha falta está justificada