Los tesoros del Sagrado Corazón de Jesús. Homilía en Corrientes, 2 de junio de 2019

Fuente: Distrito de América del Sur

Al comenzar el mes del Sagrado Corazón, el Prior del Priorato Nuestra Señora de Itatí de Corrientes Capital predicó un sermón sobre los tesoros del Sagrado Corazón en la capilla San Miguel Arcángel de dicho Priorato.

Queridos fieles.

En 1673 nuestro Señor se apareció a una religiosa de la orden de la Visitación diciendo:

Mi divino Corazón está tan apasionado de amor a los hombres que, no pudiendo contener en Él las llamas de su ardiente caridad, es menester que las derrame y se manifieste a ellos para enriquecerlos con preciosos dones, los cuales contienen las gracias santificantes y saludables necesarias para separarles del abismo de perdición.

Pero ¿cuáles son esos dones? Lo dice el mismo Dios en su segunda aparición:

El ardiente deseo que tengo de ser amado por los hombres y apartarlos del camino de la perdición en el que los precipita Satanás en gran número, me ha hecho formar el designio de manifestar mi Corazón a los hombres, con todos los tesoros de amor, de misericordia, de gracias, de santificación y de salvación que contiene.

Tesoros de amor, misericordia, gracias, santificación y salvación.

Tesoros de amor

El mismo Corazón de Jesús dijo: Nadie ama más que aquél que da la vida por el otro. Como ya saben ustedes, Él fue el primero que dio la vida. Entregó su vida por Dios y por nosotros. Por Dios, buscando su honra, muriendo por su gloria, para borrar las ofensas que la creatura ingrata había realizado a Dios. Por nosotros, porque con esa muerte abrió las puertas del cielo y nos permite entrar en aquel lugar que había estado cerrado para nosotros por nuestras propias culpas; por nosotros, porque es gracias a su Sangre derramada que se perdonan nuestros pecados; por nosotros, pues ocupó nuestro lugar en el patíbulo de la Cruz, cuando debíamos ser nosotros los que tendríamos que haber sufrido ese suplicio por atrevernos a desafiar y a ofender a la Majestad Infinita. Él, el Sagrado Corazón, entregó su vida por el prójimo, y así cumplió perfectamente el precepto de la cridad. Él nos amó primero.

Tesoros de misericordia

La misericordia es aquella virtud que nos lleva a considerar la miseria ajena en orden a remediar esa misma miseria. Habla de un corazón compasivo con la pobreza y pequeñez del prójimo, pobreza no sólo en el sentido material de la falta de riquezas sino también, y especialmente, en el sentido espiritual.

Aquí también el Sagrado Corazón nos da ejemplo: Reemplazándonos en el leño de la Cruz. Vio nuestra pequeñez, nuestra incapacidad de reparar una ofensa infinita por nuestra limitación, por no tener una dignidad infinita para darle un valor infinito a nuestra obra de satisfacción, nuestros actos son pequeños porque nuestra dignidad, en comparación con la dignidad divina, es como si no fuera. Y El, viendo esta imposibilidad por nuestra parte, se adelantó a ocupar nuestro lugar y se ofreció a sí mismo. Pero su misericordia no ha quedado sólo en su muerte en la Cruz, lo cual ya es un exceso de amor, sino que se sigue derramando en cada absolución, donde inclina su Corazón a perdonar nuestras faltas, en cada comunión en donde se oculta para ser nuestro alimento, en cada vez que se ordena un sacerdote porque toma una creatura para que le sirva de puente entre Él y los hombres; en cada matrimonio celebrado también derrama su misericordia, haciendo participar a los esposos de tesoros insondables puesto que el matrimonio es un reflejo que participa de la unión entre el Sagrado Corazón y la Iglesia. En definitiva, en cada sacramento se derrama la misericordia de Dios. Porque en cada uno de ellos se inclina hacia nuestra miseria para sacarnos de esa pobreza.

Tesoros de gracias

Es decir, de auxilios para que podamos devolver algo a ese amor derramado, a esa misericordia ofrecida y entregada. Tesoros de gracias que nos hacen semejantes a ese Corazón. Si le preguntamos a Jesús cuál es su gran deseo, nos responde: Aprended de Mí. Pero recordando que sin Él nada podemos hacer, nos ofrece todas las gracias necesarias no sólo de salvación sino también para que avancemos en el amor de Dios, gracias que nos fortalezcan en las pruebas, gracias que nos lleven a crecer en santidad y, por lo tanto, en caridad. Él es la vid, nosotros los sarmientos, así como el sarmiento vive de la savia de la vid, de la misma manera nosotros vivimos de la gracia, que no es otra cosa que la misma vida divina en nuestros corazones.

Tesoros de salvación y santificación

Todos los tesoros anteriores, de amor, misericordia y gracia, tienen su corolario, su conclusión en la salvación y la santificación. Un alma no puede salvarse si no está santificada, no puede considerarse santa si no se encuentra en estado de gracia, pero no puede tener la gracia si sus pecados no son perdonados, ahora bien, no pueden perdonarse si no hay misericordia que incline al perdón y no hay misericordia si no hay amor.

Y podríamos hacer el camino inverso: habiendo amor, él lleva al amante a querer remediar la pobreza o necesidad del amado, es decir, el amor verdadero lleva a la misericordia. Ésta lleva a perdonar porque hace comprender que se ha ofendido por debilidad, por pequeñez y que hay arrepentimiento de haber obrado así. Pero en Dios el perdón tiene como consecuencia devolver la gracia al alma, es decir, devolverle la vida, y esa vida se ordena por sí misma a la santificación y la salvación del alma, que no son otra cosa que la unión con dios, la que se verifica en el amor. En definitiva, todo nace de la caridad y a la caridad nos lleva.

Pero estos tesoros no son únicamente para los individuos, sino que nuestro Señor los quiere derramar sobre las sociedades, sobre todas ellas: familia, país y, también, sobre todo el mundo. De allí la grandísima importancia del culto público al Sagrado Corazón, tal como nos lo recordaba Santa Margarita María de Alacoque:

Me hizo ver que esparciría sus gracias y bendiciones por dondequiera que estuviere expuesta su santa imagen para tributarle honores, y que tal bendición sería como un último esfuerzo de su amor, deseoso de favorecer a los hombres en estos últimos siglos de la Redención amorosa, a fin de apartarlos del imperio de Satanás, al que pretende arruinar, para ponernos en la duce libertad del imperio de su amor, que quiere restablecer en el corazón de todos los que se decidan a abrazar esta devoción.

Por eso el acto de entronización del Sagrado Corazón en los hogares es tan importante, para participar de todos estos dones, de todos estos tesoros. De aquí que exhortamos a todos los fieles del Sagrado Corazón a renovar o realizar por primera vez la ceremonia de colocar la imagen de nuestro Señor en la que expone su amante Corazón en un lugar de honor en el hogar. ¿Qué hacer? Prepararnos rezando devotamente las letanías del Sagrado Corazón de Jesús, luego del rosario familiar, hasta el día en que, por pedido de ustedes, el padre vaya a presidir este acto tan importante.

Entre el reino de Cristo y el reino del demonio no existe reino intermedio. Si reina Jesús en nuestro hogar, ¿Por qué no colocarlo en su trono? Recordemos esta promesa:

Te prometo que mi Corazón se dilatará para esparcir en abundancia las influencias de su divino amor sobre quienes le hagan ese honor y procuren que se le tribute.