De pie y de rodillas: La misa nueva y la misa de siempre

Fuente: Distrito de América del Sur

El fariseo y el publicano

El Evangelio del fariseo y el publicano nos recuerda las actitudes de dos almas en oración. La misa nueva y la misa tradicional parecen reproducir las mismas actitudes. El presente artículo, basado en el Evangelio del X° domingo después de Pentecostés, es una adaptación, para facilitar su lectura, de un sermón predicado en Martínez por el padre Mario Trejo el 13 de agosto pasado.

Hacía tiempo que no compraba un libro tan caro pero no me arrepiento de haberlo pagado. Se titula: Diccionario teológico del Concilio Vaticano II. Es un trabajo bien preparado: teológico, condensado, bien fundamentado, y científico; sobre las nuevas nociones incorporadas en la Iglesia por el Concilio. Fue publicado por la universidad del Opus Dei: de carácter serio y no muy progresista, como ellos acostumbran. Un ladrillo de libro: mil páginas. Pesado, pero muy interesante. 

Dos hombres subieron al Templo para orar, dice Cristo en el Evangelio de hoy, queridos hermanos. Dos maneras de orar:

Uno de pie, hablando consigo mismo, sin salir de sí, de lo terreno, sin lograr conectarse con el Creador da gracias: acción eucarística.

El otro, lejano, consciente de su nada, sí habla con Dios, pues, con humildad le dice ten piedad de mí que soy un pecador: acción propiciatoria.

Dos modos evangélicos de orar que pueden servir de imagen a los dos modos actuales de celebrar los santos misterios. Hablemos de la misa nueva y de la misa tradicional. 

Visión crítica moderna de la misa tradicional

El manual del Opus Dei

Veamos la descripción que hace de la misa tradicional el citado manual del Opus Dei: Uno de los puntos tratados es la misa y la Eucaristía. En el mismo realiza una visón crítica a la misa tradicional: Desde la Edad Media, la celebración de la Misa se había transformado…1

- Acción exclusiva del clero

Desde la Edad Media, la celebración de la Misa se había transformado en acción exclusiva del clero. El sacerdote celebraba la Eucaristía, y recitaba en voz baja el canon y las oraciones de la consagración…2

- Los fieles estaban desvinculados de la liturgia

El pueblo asistía a la celebración pero no participaba en ella, también porque se empleaba la lengua latina desconocida en estos momentos para la mayoría. La comunión eucarística de los fieles era poco frecuente...2

- La presencia real

La Eucaristía era percibida ante todo como la localización de la presencia de Cristo, y más objeto de contemplación que de alimento. La religiosidad de los fieles se manifestaba más en devociones individuales que en una auténtica vivencia de la Liturgia… Se intensificó el culto eucarístico (institución de la fiesta del Corpus Christi, procesiones, etc.) que fue haciéndose autónomo de la Misa. La teología se centró en la reflexión sobre el modo de la presencia eucarística y en la noción de la transustanciación, acogida en el IV concilio de Letrán (1215) y posteriormente en el concilio de Trento (1545-1563)...2

- La noción de sacrificio

Los grandes escolásticos presentaban acertadamente el Sacrificio eucarístico como la actualización del sacrificio de la Cruz… Además, por lo demás, apenas se consideraba el Misterio pascual en su globalidad (pasión, muerte, resurrección y ascensión), y la atención se centraba en la Pasión del Señor…2

Benedicto XVI

Esta visión crítica y moderna a la misa tradicional la repetía el Papa Benedicto XVI. En efecto, tres días después de renunciar al Sumo Pontificado, daba al clero romano un discurso que, según sus palabras, no era preparado sino que hablaría del corazón. ¿De qué trató? Del Vaticano II, dando a entender que todo su pontificado había quedado marcado por la intención de corregir una mala interpretación del concilio. En dicho discurso explicaba los cambios litúrgicos de la siguiente manera:

Tras la Primera Guerra Mundial, había ido el movimiento li­túrgico, un redescubrimiento de la ri­queza y profundidad de la liturgia, que hasta entonces estaba casi encerrada en el Misal Romano del sacerdote, mientras que el pueblo rezaba con sus propios libros de oraciones. Eran como dos liturgias paralelas: el sacerdote con los monaguillos, que celebraba la Misa según el Misal, y al mismo tiempo los laicos, que rezaban en la Misa con sus libros de oración, sabiendo básicamente lo que se hacía en el altar. Pero ahora se había redescubierto precisamente la belleza, la profundidad, la riqueza histórica, humana y espiritual del Misal, y la necesidad de que no fuera sólo un representante del pueblo, un pequeño monaguillo, el que dijera: <<Et cum spiritu tuo>>, sino que hubiera realmente un diálogo entre el sacerdote y el pueblo; que la liturgia del altar y la liturgia de la gente fuera realmente una única liturgia, una participación activa; que la riqueza llegara al pueblo. Y así la liturgia se ha redescubierto, se ha renovado.3

Hagamos una recapitulación de la crítica: Los laicos no pueden participar en la liturgia tradicional de un modo más activo; la litúrgia tradicional es demasiado jerárquica. El latín no permite vivir la litúrgia, aleja, empobrece. Hay demasiado silencio: el canon. La Eucaristía es más un objeto de contemplación y veneración que alimento. Está muy desarrollado el dogma de la transustanciación y de la pasión del Señor en detrimento del misterio pascual.

¿Y, qué dicen nuestros fieles tradicionalistas?, ¿cómo se defienden? En algunos casos, los hijos de aquéllos que debieron luchar por la misa tradicional no saben dar razones de su fe, de sus creencias, de su misa. Es una lástima. San Pedro les advierte a los cristianos, que deben estar siempre dispuestos a dar razones de su fe; a dar argumentos a quienes se los piden…

Trento y la misa tradicional. Lutero, Vaticano II y la misa nueva

Lutero y la reforma protestante

El mismo libro citado anteriormente pone la reforma protestante como una respuesta a la noción tradicional "transformada" de la misa:

La crisis del siglo XVI quiso recuperar ciertos aspectos de la tradición eucarística primitiva. Lamentablemente lo que podía tener de acierto la protesta se perdió por la ideas heterodoxas. Lutero sostuvo la presencia eucarística real del Cristo, pero sólo durante la celebración –in usu–, criticó la transustanciación y atribuyó a la teología católica ideas equívocas sobre la Misa como sacrificio... La reforma protestante había sustituido la Misa católica por la Cena, celebrada en lengua vernácula, y con participación de los fieles...1

Trento y la contrareforma católica

El concilio de Trento abordó los aspectos centrales negados por los reformadores: definió la fe sobre la presencia eucarística real y sustancial de Cristo, y la índole sacrificial de la misa. Trento determinó eliminar los abusos que se habían introducido en la celebración eucarística y confió al Papa llevar a cabo una reforma. En 1570 Pío V publicó el nuevo misal, obligatorio para toda la Iglesia , con la intención de poner término al desorden litúrgico. El misal luego fue revisado por Clemente VIII, Urbano VIII y San Pío X. No obstante este esfuerzo tuvo limitaciones.2

El libro citado continúa: La polémica católica contra el protestantismo llevó a consolidar la praxis contraria. Recordemos una vez más la crítica moderna de la misa tradicional de que es una litúrgia exclusiva del clero, que se celebraba en latín y que se hablaba demasiado de sacrificio y de presencia real. Esa era justamente la praxis contraria para salvar la identidad católica atacada por el protestantismo.

- Acción exclusiva del clero, fieles desvinculados de la liturgia

Sólo el sacerdote puede consagrar, no cualquiera, por el carácter sacramental impreso en su alma por la ordenación sacerdotal que lo convierte en instrumento de Cristo; en otro Cristo. De ahí que no sea necesario que él diga todo en voz alta, de ahí el silencio en el canon, especialmente con las palabras de la consagración. Costumbre que viene desde los primeros siglos. Por eso el laico no puede subir al altar, sino sólo los ministros sagrados (cosa que, quizás, a protestantes y liberales revolucionarios disgusta, el que haya jerarquía).

- El dogma de la presencia real y la transustanciación

Por las palabras de la consagración Cristo se hace verdaderamente presente en el altar y luego queda en el tabernáculo. De ahí, todo el culto eucarístico: visitas al Santísimo, exposiciones y bendiciones con Jesús Eucaristía, procesiones como la del Congreso Eucarístico de 1934. Jesús en el centro, en el sagrario, no a un costado. De ahí también el cuidado de todo lo que toca la Eucaristía (cálices y copones dignos y consagrados) y de no dejar partículas de la hostia consagrada dando vueltas, ¡está Jesús en ellas!

- La misa, renovación del sacrificio propiciatorio de la cruz

Misa, cruz, calvario, viernes santo.

El Catecismo Romano describía la Misa como renovación y representación (repraesentatio) de la pasión de Cristo, en la que los fieles reciben sus frutos…2

- Los frutos de santidad de la misa tradicional

El manual citado confiesa que la posición católica era la correcta, por sus frutos era fácil ver la bondad del árbol:

Bien entendido: la Misa tenía parte principal en la piedad cristiana… Había fervor sincero, riqueza ritual y cantos, adoración eucarística, no eran expresiones de sentimentalismo. La vida eucarística realmente alimentaba la vida espiritual de los fieles y de grandes místicos. Produjo frutos auténticos de santidad y caridad.4

Imagínense las conversiones masivas en tierras americanas gracias y con la misa tradicional. El latín les era imposible pero los pueblos americanos en esta misa reconocieron algo sagrado.

Dos posiciones bien marcadas

Así Concluye el párrafo sobre el concilio de Trento el libro del Opus Dei: La situación permanecerá sin cambios hasta el siglo XX.

La situación seguirá así hasta que llegue el Vaticano II y reconsidere las cosas bajo una visión ecuménica, y llegue el papa Francisco que entendió bien el Concilio –de hecho, mucho mejor que los conservadores que intentan salvarlo– y diga, para los 500 años de Lutero en Lund, en noviembre del año pasado:

Que los católicos estamos agradecidos profundamente por los dones espirituales y teológicos recibidos a través de la Reforma.” “La Reforma ha contribuido a dar mayor centralidad a la Sagrada Escritura en la vida de la Iglesia.

Es decir, para los católicos conciliares, la Iglesia católica se puede y debe enriquecer con los aportes que pueden hacer los no-católicos.

Apliquemos esto a la misa: Así Lutero, ¿también nos puede aportar para la misa? Volvamos a la descripción del manual del Opus Dei respecto a la “misa” luterana: Cena reemplaza a sacrificio. Lengua vulgar, para que todos participen. Niega el dogma de la transustanciación.

 

  • 1 a b Diccionario Teológico del Concilio Vaticano II. Pág. 416
  • 2 a b c d e f Id. Pág. 416
  • 3Benedicto XVI, Discurso del 14 de febrero de 2013
  • 4Id. Pág. 417

El manual del Opus Dei citado en el presente artículo

Crítica tradicional a la Misa nueva

La misa nueva y los principios que la respaldan

Históricamente, en noviembre 1969 el Papa Pablo VI hace una revolución inmensa en la Iglesia católica. Cambia la Misa multisecular por una inventada por algunos, cual experimentos. Monseñor Lefebvre, nuestro venerado fundador, toma la bandera de la Misa tradicional y da sus razones por las cuales rechaza la Misa nueva. Tres puntos donde la Misa nueva se revela mala; debilita la fe en los siguientes dogmas:

- La transustanciación

De ahí que no le den el lugar de honor sino la espalda al Santísimo Sacramento en la misa nueva. Los sagrarios se colocan al costado. Se manifiesta una falta de cuidado por la Hostia y sus partículas dando la comunión en la mano o permitiendo que los "ministros de la eucaristía" la lleven de cualquier manera.

- El sacramento del orden y el sacerdocio

Para Lutero y protestantes no hay diferencia sustancial entre los laicos y los ministros. Todos son sacerdotes, todos pueden cumplir con el ministerio. Por eso también aceptan pastoras y mujeres sacerdotes. Para el modernismo conciliar, todos somos sacerdotes pues participamos del sacerdocio común aunque no del sacerdocio (Lumen Gentium nº 10). La dignidad del laico expresada en Lumen Gentium n° 32, es la igualdad de la Revolución Francesa de 1789. No existe desigualdad alguna ante Cristo y la Iglesia. Si bien hay jerarquía, se da una verdadera igualdad entre todos en lo referente a la dignidad y a la acción común. Esto es lo que respalda la participación activa de los laicos: que se metan al altar, tomen el micrófono, entren las acólitas, etc.

- Sacrificio propiciatorio y cena de acción de gracias

Se reemplaza la misa y la pasión del Señor, y con ella la noción de satisfacción por la misa nueva como cena banquete y fiesta de acción de gracias. Ahora es el hombre que le agradece a Dios por lo que es, por su trabajo, que se convertirá en el cuerpo y sangre de Jesucristo.

En lo concreto: por sus frutos los conoceréis

- Índices bajísimos de asistencia a misa dominical, de práctica religiosa

Se quiso hacer una misa que acercase a la gente y la gente, cuando la vio tan humana, se retiró, pues ya no encontraban a Dios ahí. Las estadísticas son atroces cuando se las compara a la cantidad de gente que asistía a Misa los domingos en los años 60 y los que asisten ahora.

- Pocos participan

Se quería dar más participación a los fieles pero son siempre los mismos los que participan: se pelean por subir al altar, por dar la comunión, a veces incluso, personas con públicos desórdenes morales. La gente ya no sabe los cantos de tantos que se inventan. Muchas veces el mismo sacerdote debe responderse pues los fieles no saben ni las respuestas básicas de la misa.

- No hay recogimiento

Ya no hay momentos de silencio. Es imposible concentrarse. La liturgia cambia constantemente dependiendo del celebrante o del estado de ánimo del mismo. Las misas son cada vez más improvisadas.

- Todos o casi todos comulgan

Confesados y no confesados. Casados según la ley de Dios o divorciados vueltos a casar –adúlteros– luego de un camino de discernimiento (Amoris Laetitia). No hay vocaciones, van a las para-liturgias donde con hostias consagradas se hace todo menos la consagración. Esa es la participación activa a la que se llegó con la reforma de la misa.

Benedicto XVI tuvo que confesar:

Lamentablemente, estos principios también se han malentendido. Inteligibilidad no quiere decir banalidad, porque los grandes textos de la liturgia —aunque se hablen, gracias a Dios, en lengua materna— no son fácilmente inteligibles; necesitan una formación permanente del cristiano… ¿Quién podría decir que entiende inmediatamente sólo porque está en su propia lengua? Sólo una formación permanente del corazón y de la mente puede realmente crear inteligibilidad y una participación que es más que una actividad exterior...1

Conclusión

La misa nueva representa la actitud del fariseo, la misa tradicional, la del publicano.

El fariseo: el rito nuevo

Está de pie: No sale de sí. La Misa ha perdido el carácter transcendental, tiende a convertirse en un acto humano, comunitario; de ahí que también se va imponiendo la concelebración. Da gracias: 

Aquel sacramento de la fe en el que los elementos de la naturaleza, cultivados por el hombre, se convierten en el cuerpo y sangre gloriosos con la cena de la comunión fraterna y la degustación del banquete celestial.2

El hombre está orgulloso de su trabajo, lo puede acercar al Señor. De ahí que se usa más el término Eucaristía que Misa o sacrificio.

El publicano: el rito tradicional

Se mantiene alejado: el laico en su lugar. Está de rodillas, postrado y pide perdón: confiesa el carácter propiciatorio del santo sacrificio de la misa, no olvida el pecado y la necesidad de satisfacción, por eso lo confiesa.

El otro, en cambio, puesto allá lejos -no queriendo subirse al altar- ni se atrevía  a levantar los ojos al cielo –ni se le habría ocurrido tocar la hostia– sino se golpeaba el pecho diciendo: <<Ten piedad de mí, que soy un pecador>>.

  • 1Benedicto XVI, discurso del 24 de febrero de 2013
  • 2Gaudium et Spes 39