Votos religiosos y primeros compromisos en el seminario de La Reja

Fuente: Distrito de América del Sur

El hermano Francisco pronunciando sus votos perpetuos

El 29 de septiembre pasado, cinco seminaristas pronunciaron sus primeros compromisos en la FSSPX haciendo su ingreso formal a la congregación y tres hermanos renovaron sus votos religiosos, entre ellos, el hermano Francisco, de República Dominicana, renovó a perpetuidad su consagración a Dios. Conozca la hermosa vida de los hermanos de la FSSPX y acceda a la galería de fotos.

La fiesta de San Miguel Arcángel es la fiesta elegida por Monseñor Lefebvre para dedicarla a los hermanos de la Fraternidad. Es en este día que ellos renuevan sus votos religiosos. Al mismo tiempo, los seminaristas del primer año de filosofía -segundo año de seminario- hacen sus primeros compromisos ingresando así formalmente a la FSSPX.

Ciertamente es un día de gracias muy grandes para nuestra congregación, ya que el cielo se alegra por la consagración a Dios de aquellos jóvenes que han sido llamados por nuestro Señor para tan hermosa vocación. En esta ocasión, cinco seminaristas hicieron sus primeros compromisos: tres argentinos, un paraguayo y un mejicano; y tres hermanos renovaron sus votos de castidad, pobreza y obediencia: dos brasileros y un dominicano. Este último, el hermano Francisco, renovó a perpetuidad su consagración a Dios.

Los hermanos de la FSSPX

Si bien estamos acostumbrados a identificar la sotana y, con ella, la vida consagrada a Dios en la FSSPX con el sacerdote, aquella vida religiosa, más oculta pero no menos santificadora del hermano de la FSSPX, debe ser motivo muy especial de consideración a la hora de pensar en la vocación. De hecho, si pensamos correctamente, lo esencial en la vida del sacerdote y del hermano, el motivo de su llegada al seminario es el mismo: buscar a Dios de manera más perfecta para entregarse a Él:

Los Hermanos, consagrándose a Dios en la vida religiosa, tienen como primer objeto y finalidad la gloria de Dios, su santificación personal y la salvación de las almas.1

Esta consagración a Dios por la vida religiosa tiene sus particularidades, sus fines propios que le darán al religioso los medios de alcanzar su santificación y, por este holocausto diario a su santísima voluntad, la santificación de muchas otras almas.

Los hermanos de la FSSPX son los ayudantes de los sacerdotes en todos sus ministerios, colaborando con ellos en todo lo que les es posible para facilitar su labor apostólica. Esto lo hacen por medio de trabajos manuales e intelectuales, colaborando tanto con el mantenimiento de nuestras casas, de la jardinería, concina, etc., como del economato, la biblioteca, la secretaría. También realizan una valiosa labor apostólica dedicándose a la enseñanza del catecismo, siendo responsables de los grupos de acólitos del coro del seminario o de nuestros prioratos, o también dedicándose en tiempos determinados a la enseñanza en nuestras escuelas. Entre todas estas actividades, nombramos por último la principal de ellas: su vida intensa de oración, participando a los oficios junto con los sacerdotes de la comunidad, ayudando al santo sacrificio de la misa, no pocas veces, más de una vez al día y dedicando sus tiempos libres a la oración personal y silenciosa en la capilla, en sus habitaciones o en algún rincón de nuestras casas religiosas.

La vida del hermano ciertamente tiene un gran atractivo, a veces desconocido por nuestros jóvenes, el cual se basa principalmente en los medios elegidos por Dios para alcanzar la finalidad de consagrarse por completo a Él y a la salvación de sus almas: sus votos religiosos. Luego de su postulantado, que normalmente dura un año pero puede ser extendido a jucio de los superiores, los hermanos de la FSSPX reciben su hábito religioso que no se distingue de la sotana de los sacerdotes sino sólo por el detalle de que la faja que llevan en la cintura no tiene la caída que tiene la faja de los sacerdotes. Ese día comienza su año de noviciado, luego del cual, también a juicio de los superiores, pueden pronunciar sus primeros votos. Primero los pronunciará por un año, luego por tres anos y, luego de cumplidos diez años de vida religiosa, pueden pedir a los superiores de la congregación el permiso de renovar a perpetuidad su consagración. Los primeros años de su consagración el hermano los dedica a su formación espiritual, doctrinal y moral sea en el noviciado o en algún seminario de la congregación. Si bien la Iglesia prudencialmente pide esta renovación gradual de los tres votos al religioso, desde el primer día de su ingreso a la comunidad, los hermanos de la FSSPX se consagran perpetuamente a Dios, dedicando los años de su postulantado, noviciado y votos temporales a confirmar, con la ayuda de sus superiores, que sea esa la divina voluntad.

Virtudes del hermano

Los votos religiosos serán para el hermano una fuente de gracias que lo ayudará a crecer en todas las virtudes. Por la obediencia los hermanos se santifican y se elevan hacia la vida eterna a través de la entrega diaria a la voluntad de Dios, manifestada por los superiores, o también por los hechos diarios como las dificultades, pruebas y enfermedades. Por la pobreza superan diariamente el apego a los bienes de este mundo para ser enteramente de Dios. El hermano recibe de su comunidad todo lo que necesita y nada más que esto: su vestido, sus objetos de uso diario, sus libros, etc. No pueden tener radio, celular o auto propio y deben entregar todo lo que reciben a la comunidad quedándose solamente con aquello que el superior le permita y considere necesario. Por el voto de castidad terminan de alejarse completamente de todo lo que busca el mundo y nuestra naturaleza caída manifestando a ambos por su modestia, discreción y la huída de las tentaciones que en este mundo podemos ciertamente vivir según la ley de Dios.

El buen ejemplo será entonces el medio principal que utilizarán para colaborar con la obra de la salvación de las almas. La vida misma del hermano es totalmente apostólica y su esfuerzo diario por practicar sus virtudes propias será el medio de dar eficacia a las obras por las cuales colaboran con el trabajo apostólico de los sacerdotes. El hermano será de esta manera una lámpara encendida que mostrará a su alrededor el camino que lleva a la salvación de las almas e incluso entre los sacerdotes, como ángeles de nuestras comunidades, se convierten en un apoyo, material y moral, para elevar la vida de comunidad a que se convierta en una verdadera escuela de caridad.

La virtud de la humildad será, finalmente, el condimento esencial de la vida religiosa del hermano de la FSSPX, con una gran devoción a la práctica de esta virtud unida a la modestia y la castidad, procurarán conformar sus vidas con la de la Sagrada Familia.

¡Qué hermosa vida, totalmente consagrada a Dios en lo oculto de una casa religiosa! Dios bendiga los hermanos de la FSSPX, apoyo necesario de los sacerdotes, ángeles de nuestras comunidades, lámparas encedidas de la Iglesia.

Soy jóven y todavía no sé lo que Dios me pide: ¿no podré yo ser uno de los elegidos de Dios para tan altos ideales?

  • 1Estatutos de los hermanos de la FSSPX n°3