El modo católico de comulgar

Fuente: Distrito de América del Sur

La editorial Río Reconquista tiene el agrado de poder publicar este estudio sobre un tema que tal vez ha sido tratado varias veces, pero que nunca pierde su importancia. La comunión en la mano es una de las banderas de la revolución modernista, y como tal tiene un pensamiento de fondo que la sostiene. Por eso es importante entender mejor qué errores hay detrás de esta “nueva práctica” además de negarnos a participar de tales actos. 

Para introducirlos al libro, les dejamos una breve reseña del mismo hecha por el autor:

            Por medio del presente escrito vengo a expresar unas brevísimas palabras sobre mi libro “El modo católico de comulgar (¿Es diabólica la moderna comunión en la mano?)”. Haré una referencia a la finalidad del escrito, a su estilo, a su composición, a su documentación, y marcaré una diferencia con otras obras sobre la misma cuestión.

            Respecto a la finalidad. Con el libro busco dar a conocer la tremendísima aberración a la que se ha llegado en estos tiempos dando la Divina Eucaristía en la mano de los comulgantes. La práctica extendida por todo Occidente, tal como se la practica en la modernidad, nunca ha existido antes en la Iglesia Católica. Esto último queda probado en el texto, y habiendo demostrado que la práctica de la moderna comunión en la mano es algo diabólico, intento con el libro que los lectores abran los ojos y comprendan cuál es el único modo católico de comulgar, el mismo vinculado a la misa de siempre donde se resguarda la integridad de la fe católica. Como finalidad íntima y personal manifestada en la dedicatoria, deseo que la obra sirva en reparación por tantísimos ultrajes que día tras día se perpetran contra la Santísima Eucaristía.

            En lo que hace al estilo del libro, he intentado ser lo más claro posible, de modo que si posible fuere hasta las mismas piedras pudieran comprender lo que se dice. Vale decir, lo dedico a un público general de modo que pueda llegar el mensaje a todos. A su vez, pienso que expongo lo esencial sin ser cansador. Al estar dirigido a un público en general y teniendo en cuenta que por los ajetreos del diario vivir cada vez se lee menos, le medida del escrito es más bien atractiva y se acomoda a la complejidad temporal indicada. Resalto también que todo cuanto he escrito lo he hecho con sumo respeto, deseando ganar voluntades a la causa de Cristo y no generar altercados personales donde se cultiva la vanidad. 

            Tocante a la composición, el texto se divide en dos partes. Una primera, en la que se expone los desmanes que el modernismo ha causado en la Iglesia Católica hace más de sesenta años. En esta parte entonces se presenta una batería de bombas que los modernistas introdujeron con todo éxito para alterar y liquidar la fe católica. En la segunda parte, se hace hincapié de manera especial en la moderna comunión en la mano.

            Sobre la documentación. El libro está fundado en documentos que van probando las afirmaciones que se hacen, todo lo cual no solo le da una mayor seriedad y autoridad al texto, sino que abre en el lector la puerta para que pueda consultar si así lo desea las fuentes que se invocan. 

            Por último, quiero exponer una diferencia fundamental que he encontrado entre el libro que publicamos y otros que también han disertado sobre el tema. Y es esta: que no solo atacamos el modo de comulgar moderno, sino que probamos la vinculación existente entre él y el Concilio Vaticano II. Muchos, incluso pertenecientes a ámbitos tradicionales, le han querido buscar la vuelta para desligar al Concilio y a los Papas conciliares y posconciliares de responsabilidad. Mas, mal que les pese a varios escritores y pensadores, los eslabones de la diabólica comunión en la mano se van trabando de manera muy evidente hasta dar con aquellos que abrieron las puertas a los males modernistas.   

            Ojalá que el libro encuentre una cálida y favorable acogida en sus manos. Y, sea la Divina Providencia la que, en sus misteriosos designios, lleve por donde guste las letras que uno pone a su servicio. 

Tomás I. González Pondal

 

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