Islam, caballo de Troya en Europa

Fuente: Distrito de México

Los atentados islamistas de París han dado un baño de realismo a la opinión pública europea, y en particular a la opinión pública católica. El hecho de que la mayoría de los criminales fuesen franceses o belgas musulmanes, nativos de segunda generación, es una muestra de las incertidumbres que despierta el incremento de la población mahometana en Europa.

Los atentados islamistas de París han dado un baño de realismo a la opinión pública europea, y en particular a la opinión pública católica. El llamamiento del Papa en el Angelus del 6 de septiembre para que “cada parroquia, cada comunidad religiosa, cada monasterio, cada santuario de Europa acoja a una familia [de refugiados]” (en su mayoría musulmanes) había sembrado la inquietud en cuanto favorecedor de la islamización de Europa y por el posible riesgo de infiltración de terroristas. El cardenal español Antonio Cañizares, arzobispo de Valencia y anterior prefecto de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, denunció ese peligro el 14 de octubre al cuestionar que fuesen “trigo limpio” todas las personas que buscan acogida y hablar de un “caballo de Troya en las sociedades europeas”: “¿Cómo quedará Europa dentro de unos años? No se puede jugar con la historia ni con la identidad de los pueblos”.

El control de los yihadistas en los centros de acogida está constatado por la Policía, y el semanario alemán Die Welt había publicado el 27 de septiembre un completo reportaje sobre las vejaciones que padecen los refugiados cristianos e incluso los mismos musulmanes no radicales. Así que la advertencia del cardenal Cañizares estaba justificada. Sin embargo, padeció una auténtica campaña de hostigamiento mediático y político por sus palabras.

Las investigaciones de los atentados del 13 de noviembre parecieron sugerir que alguno de los terroristas había entrado en Europa como refugiado. No ha sido el caso, aunque las fuerzas de seguridad de varios países europeos han detenido a otros que sí. Pero el hecho de que la mayoría de los criminales fuesen franceses o belgas musulmanes, nativos de segunda generación, es una muestra de las incertidumbres que despierta el incremento de la población mahometana en Europa.