Monseñor Fellay sobre el actual estado de la Fraternidad

Fuente: St. Joseph's Church

Monseñor Bernard Fellay, superior general de la Fraternidad San Pío X, aceptó gentilmente dar una conferencia a los fieles de la Iglesia St. Joseph, en la que habló del desarrollo de las relaciones de la Fraternidad con Roma. Durante dicha conferencia, dada el 3 de febrero de 2018, proporcionó mucha información al respecto y, sobre todo, ánimo en un tema que puede parecer tan oscuro para los católicos actualmente.

Frente a un grupo de fieles muy interesados de la iglesia St. Joseph, Monseñor Fellay dio inicio a la conferencia hablando sobre los antecedentes de la obra de la FSSPX, recordando los eventos y movimientos que tuvieron lugar antes del Concilio Vaticano II. Asimismo, recordó que el "respeto humano" en que los clérigos cayeron, fue el causante de que estos mismos evitaran condenar el comunismo e introdujeran el concepto tan venenoso de la libertad religiosa. Esto último, fue específicamente pedido por la logia masónica B’nai B’rith a la Iglesia.

Sin embargo, la influencia del comunismo y de la masonería no terminó en el Concilio, sino que devastó la Iglesia extensamente en las décadas siguientes. Los enemigos de Cristo atacaron el corazón de su Iglesia al colocar la mira de sus armas en el sacerdocio. Con la implantación de candidatos cuidadosamente seleccionados en los seminarios, estos enemigos lograron reducir el cuerpo sacerdotal a una simple sombra de lo que algún día fue, en cuestión de unas cuantas décadas. Por ejemplo, señaló Su Excelencia, hay una parroquia en Francia que tiene dos sacerdotes, ambos de más de 60 años de edad, a los que se les ha confiado el cuidado de 92 centros de misa. Es una situación verdaderamente dramática, y definitivamente no hay ningún avance en estos momentos.

En unas cuantas pinceladas, Monseñor esbozó un breve resumen de los tratados de la Fraternidad con Roma desde su fundación en 1970. Entre otras cosas, habló del protocolo de 1988 - un documento que a pesar de no ser perfecto, era suficiente por sí solo, y que le hubiera concedido a la Fraternidad su lugar legítimo dentro de la Iglesia. Monseñor Lefebvre se retractó de firmar este documento por una razón práctica; después de orar se dio cuenta de que estaba siendo engañado, y de que no se le concedería un sucesor.

Monseñor Fellay mencionó también las pláticas doctrinales de 2009-2011, que demostraron a Roma que la FSSPX no cree nada herético y que existe un marcado contraste entre algunos puntos de la enseñanza católica moderna y la doctrina tradicional de la Iglesia.

Posteriormente, señaló Monseñor, hubo muchas comunicaciones contradictorias con Roma. Por ejemplo, se le concedió a la Fraternidad un documento en donde se establecían las condiciones para su regularización, las cuales eran inaceptables para la Fraternidad. Al poco tiempo de recibir esto, fuentes fiables cercanas al entonces Papa Benedicto, dijeron al superior general que estas condiciones no eran voluntad del Papa. Era evidente que había hombres influyentes en el Vaticano que estaban bloqueando eficazmente la labor del Papa.

Y es ahí, más o menos, donde nos encontramos el día de hoy. Un cardenal dijo a Monseñor Fellay algo que propone una explicación muy simple a nuestro problema actual: "En lo referente a la Curia Romana, el sistema está corrupto." Esta declaración es desalentadora, y podría ocasionar que cualquiera que ame a la Iglesia de Cristo se desanimara. Esta reacción podría suceder, dijo Monseñor, pero carece de fundamento. A continuación, dejaremos que él nos lo explique con sus propias palabras:

Existen algunos peligros; uno de ellos es el desánimo. Pero no, Dios permite que estas cosas sucedan; no debemos desanimarnos. Sólo significa que se trata de una larga batalla. Debemos continuar pacíficamente; seguir haciendo lo que hacemos, continuar la Tradición, ver los frutos, y estos frutos hablan por sí solos.

Otro peligro es llegar a "hartarse", diciendo: "Debemos cortar toda relación con estas personas. Ya fue suficiente. Pero esto es peligroso. Cuando hablamos de la Iglesia Católica, no nos estamos refiriendo a una organización humana; sino a la Iglesia fundada por nuestro Señor Jesucristo que tiene la promesa de la asistencia divina. Sabemos que hay muchas cosas que están completamente mal, que están llevando a la gente a perder la esperanza, y eso es algo terrible para las almas. Sin embargo, debemos mantenernos firmes en que esta Iglesia es la Iglesia Católica. Existen muchas cosas que suceden dentro de ella que son malas, las cuales rechazamos, no las queremos. Pero no rechazamos a la Iglesia.

Posteriormente, Monseñor procedió a explicar que las adversidades que tenemos en la Iglesia son muy similares a las que sufrieron los Apóstoles al pie de la cruz. Asimismo, señaló que aunque Pedro declaró su fe en la divinidad de Cristo mediante una profesión pública, reaccionó cuando Cristo le dijo que moriría. Si Cristo es Dios, esto no puede pasar, pensó Pedro.

Con la Iglesia sucede exactamente lo mismo. En la Iglesia existe un lado humano - en donde hay seres humanos; y luego está el lado divino. Actualmente, lo que vemos no es el lado divino sino el humano. Vemos el sufrimiento, las herejías, la confusión. Al igual que el sufrimiento de Jesucristo, vemos el sufrimiento de la Iglesia. No tenemos derecho a decir, a causa de estos sufrimientos, que la Iglesia ya no es la Iglesia. Dios no ha abandonado a su Iglesia. Es su Iglesia, ¿cómo podría hacer algo así? Es por esto que seguimos acudiendo a Roma.

Pidamos a los Apóstoles y a la Santísima Virgen María que nos ayuden a hacer un acto de fe, para conservar la actitud adecuada frente al sufrimiento de Jesús en la cruz. Tenemos que entender que cuando vemos a Jesús en la cruz, estamos viendo a Dios. Cuando la Virgen María recibió a Jesús en sus brazos, después de su muerte, podía hablar con el Dios vivo, porque Dios no había abandonado su cuerpo preciosísimo. El cuerpo estaba muerto, pero permaneció unido a la divinidad. Jesús estaba ahí como Dios.

La Iglesia todavía no está completamente muerta; el Dios viviente está en ella. Y nosotros somos parte de esta Iglesia.

Es una prueba muy profunda. Me atrevo a decir que es la más fuerte que la Iglesia ha enfrentado. Es por eso que tenemos sacerdotes que se autodenominan la Resistencia, o incluso a los sedevacantistas: están tan obsesionados con la realidad de los sufrimientos de la Iglesia que salen huyendo.

Nosotros rechazamos lo que está mal, pero no rechazamos a la Iglesia.

Tenemos que dejar muy en claro esta distinción. Es como cuando decimos, sí, Jesús está sufriendo, está muriendo en la Cruz, pero sigue siendo Dios. Mientras muere en la cruz, sigue moviendo las estrellas, está juzgando a las personas que están muriendo en ese momento. Está dando fortaleza y su gracia a todos los que la reciben. ¡Es Dios!

Los tiempos en que vivimos son demasiado peligrosos. Como les dije, es la tentación que sufrieron los Apóstoles en la Pasión. Ya sabemos cuántos apóstoles permanecieron fieles. Casi todos salieron huyendo. Es por eso que no podemos pretender ser mejores que ellos. Debemos pedir la gracia de la fidelidad.

En este enlace podrá descargar el audio, en inglés, de 2 horas 30 minutos de duración, de toda la conferencia.