Monseñor Lefebvre: Dios bendice a la Fraternidad Sacerdotal San Pío X

Fuente: Distrito de América del Sur

Hace casi cuarenta años, en el año 1979, Monseñor Lefebvre escribía esta carta a los amigos y benefactores con la alegría del crecimiento de la FSSPX. Con la alegría del crecimiento de sus miembros este año, aprovechamos para reproducir sus palabras dichas en aquella ocasión.

Queridos Amigos y Benefactores:

Es de Montalenghe, nuevo priorato y casa de ejercicios al norte de Italia, a 20 kilómetros de Turín, que recibo esta decimoséptima carta.

Es la primera tanda de ejercicios que se da en esta casa y los que siguen estos ejercicios son los nuevos candidatos al Sacerdocio para el Seminario de Ecône, a saber 27 de los 30 que empiezan este año, y de los 70 que ingresan en nuestros cuatro Seminarios mayores. Con este propósito, añado que pudimos adquirir un Seminario mayor en Estados Unidos, en Ridgefield en Connecticut. El antiguo Seminario de Armada pasa a ser un priorato para el apostolado de la región de Detroit.

Aumenta regularmente la adhesión de sacerdotes y fieles a la Tradición. La ceremonia ocasional de París lo atestigua de modo evidente. De nuevo agradezco a todos los que participaron en el esplendor de esta Misa de acción de gracias, con sus donativos y sobre todo con sus oraciones y sacrificios. Presentes y ausentes formaban un solo corazón, una sola alma en torno al altar del Sacrificio de Nuestro Señor.

Mientras alrededor se acumulan las ruinas causadas por la corrupción de los corazones y espíritus, este testimonio de la vitalidad de la Iglesia de siempre, constituye un valor inestimable. Que se restauren los altares destruidos, que se ofrezca de nuevo el verdadero Sacrificio de la Misa y todas las esperanzas nos están permitidas. De lo contrario, mientras se permanezca con una Eucaristía ecuménica, democrática y liberal, la autodestrucción continuará, a pesar de todos los llamamientos al orden, los discursos más dignos de respeto y de las concentraciones más espectaculares.

Nisi Dominus aedificaverit Domum, in vanum laboraverunt qui aedificant eam: Si el Señor no edifica la casa, en vano trabajan los que la construyen.1 Ahora bien, el altar del sacrificio propiciatorio, la herencia del nuevo y eterno testamento: el Cuerpo y la Sangre de Jesucristo son la piedra fundamental de la Iglesia, de la cual surgen las fuentes para la vida eterna.

Guardemos confianza en Dios, en Jesús y María quienes obtendrán que las autoridades de la Iglesia restauren los altares. Esperando ese día, recemos y multipliquemos los altares y sacerdotes para la celebración de la Santa Misa en la cual se ofrece la Santa Víctima, hoguera ardiente de Caridad, para la redención de nuestros pecados.

Tal es la meta de la Fraternidad Sacerdotal San Pío X, que ya consta de más de 200 miembros.

Ya habéis notado que el número de prioratos aumenta cada año. Es la razón por la cual me pareció urgente organizar las instancias centrales de la Fraternidad en una Casa General en la cual residirá el Secretario General y el Ecónomo general, y donde se dirigirá toda la correspondencia con el Superior General. La dirección de esta Casa se indica más adelante. Este modo de actuar nos pone aún más en conformidad con el Derecho Canónico, la legislación de la Iglesia, los distritos, siendo las bases de futuras provincias.

Notaréis también que dividimos los Estados Unidos en dos distritos y que la casa de Bruselas desde ahora está abierta, lo que se deseaba desde hace muchos años. La revista “Fideliter” del distrito de Francia, como también los boletines o revistas de los otros distritos os darán más informaciones para los nuevos prioratos o nuevos colegios.

Que los jóvenes aspirantes al sacerdocio o a la vida religiosa como hermanos legos, o las jóvenes aspirantes a la vida religiosa como auxiliares del apostolado sacerdotal, se dirijan a nuestros prioratos, donde encontrarán todas las informaciones útiles para la realización de su vocación, sea en la Fraternidad, sea en las numerosas casas religiosas activas y contemplativas que nos están unidas en la misma Fe y en las mismas aspiraciones.

Que María, Madre de Jesús, cuya maternidad divina celebramos hoy, sea cada vez más nuestra Madre por nuestra identificación a Jesús, su divino Hijo.

Que San José os devuelva al céntuplo lo que vuestra generosidad nos proporciona para el desarrollo de nuestra Obra quien se esfuerza por dar al mundo lo que más necesita hoy en día: santos sacerdotes.

Afectuosamente unido a vosotros en los Corazones de Jesús y María.

Marcel Lefebvre, Arzobispo.

  • 1Salmo 126, 1