Nuevo altar de la capilla de Santiago del Estero, Argentina, 8 de septiembre de 2019

Fuente: Distrito de América del Sur

El pasado 8 de septiembre se inauguró en Santiago del Estero, Argentina, con asistencia de gran cantidad de fieles, el nuevo altar que viajó desde Salta hasta la capilla de Santiago con generoso esfuerzo de varios feligreses. 

En la noche del jueves 4 de septiembre, diez hombres del priorato de Salta se reunieron para comenzar el traslado del que fue el primer altar salteño de la tradición y que ahora se convertiría en el primero de Santiago del Estero. No es fácil izar 180 kg hasta la altura del techo de la capilla de Nuestra Señora del Carmen y después bajarlos hasta el piso. Fue una operación de varias horas, buenas cuerdas, nudos y paciencia. Finalmente el altar tocó tierra y quedó a la espera del camión que lo llevaría con destino Tucumán al día siguiente. Llegado a Tucumán, algunos feligreses de allí se movilizaron para cargar el altar en una camioneta a fin de que llegue a tiempo para su primera misa santiagueña. Todo trascurrió muy bien y después de haber robado más de un suspiro al corazón de los tucumanos (que laudablemente desean un altar propio y no prestado) el enorme bloque forrado se puso en marcha y arribó a Santiago el domingo por la tarde, donde los jóvenes de la capilla lo descargaron, lustraron y pusieron en condiciones a fin de ser utilizado esa misma tarde. Hubo misa y exposición del Santísimo Sacramento y las gracias no se hicieron esperar para el nuevo oratorio que con esfuerzo mantienen los feligreses: mas de cincuenta personas (varias almas nuevas) se acercaron a ver y a participar de… lo mismo que han hecho los católicos siempre: construir altares y levantar la cristiandad alrededor de ellos… solo eso! Ese día, 8 de septiembre, día de su nacimiento, la Virgen nos hizo este regalo.

No, Venerables Hermanos -preciso es reconocerlo enérgicamente en estos tiempos de anarquía social e intelectual en que todos sientan plaza de doctores y legisladores-, no se edificará la ciudad de modo distinto de como Dios la edificó; no se edificará la ciudad si la Iglesia no pone los cimientos y dirige los trabajos; no, la civilización no está por inventarse ni la "ciudad" nueva por edificarse en las nubes. Ha existido y existe; es la civilización cristiana, es la "ciudad" católica. No se trata más que de establecerla y restaurarla sin cesar sobre sus fundamentos naturales y divinos contra los ataques, siempre renovados, de la utopía malsana, de la rebeldía y de la impiedad: Omnia instaurare in Christo