Sermón del Corazón Inmaculado de María predicado por el Padre Patrick De La Rocque

Fuente: Distrito de América del Sur

"En el Corazón Inmaculado de María se alaba la plenitud de amor de María"

El 26 de agosto se celebraron las fiestas patronales de nuestra capilla de Alta Gracia, Córdoba. El padre De La Rocque celebró la misa seguida de la procesión por las calles con la imagen de nuestra Señora.

Queridos fieles:

Es una gracia para mí comenzar mi ministerio entre ustedes celebrando la solemnidad del Inmaculado Corazón de María. Ciertamente, nuestro idioma es diferente – disculpen mi español, he empezado a aprenderlo hace solo una semana. Pero, si tenemos un idioma diferente, aún diferente, tenemos la misma Madre, la Santísima Virgen. Y es bueno reunirse para celebrar al Inmaculado Corazón de María, para venir y descansar juntos en este corazón materno de María, absolutamente único.

¿Qué lo hace único? Su corazón es inmaculado. Su alma, todo su ser es inmaculado – es el dogma de la Inmaculada Concepción – y, por lo tanto, su amor es inmaculado. El corazón, de hecho, simboliza el amor. Hablar del Corazón Inmaculado de María es hablar de su amor inmaculado. Nuestra pobre experiencia nos permite entender lo que significa un amor inmaculado: cuando nosotros amamos vemos cuán imperfectamente amamos. Nuestro amor por Dios o por los demás está manchado por la mirada de uno mismo, por el encierro en uno mismo, por la búsqueda de uno mismo. Todavía está manchado por la debilidad, la falta de generosidad, el miedo al don de uno mismo. Tenemos miedo de darnos verdaderamente, de abandonarnos totalmente en las manos de Dios, porque tenemos miedo de perdernos a nosotros mismos. ¿Cuánto me va a costar? Nos preguntamos.

 No hay nada de esto en el corazón de nuestra Señora. Debido a que Ella es inmaculada, sin ningún rastro de pecado desde el primer momento de su concepción, su amor también es inmaculado. Su amor es perfecto, total. Ella es una sola cosa, Ella lo dice de sí: He aquí la esclava del Señor. Ella se da toda al Señor, hasta en sus fibras mas íntimas.

La capilla Inmaculado Corazón de María de Alta Gracia

Ustedes lo entenderán: si bien la palabra inmaculado es una palabra negativa – sin mancha, inmaculado – esta misma palabra indica, sin embargo, una realidad muy positiva: la plenitud que llena el corazón de la Santísima Virgen. Nosotros hombres, puesto que estamos marcados por la mancha del pecado original, llamamos a María con un nombre que se relaciona con lo que experimentamos, el pecado. Damos al corazón de María un nombre muy verdadero, pero imperfecto. Puesto que Ella no tiene el pecado original, la llamamos: “inmaculada”. Pero el Cielo llama al corazón de María con otro nombre, muy verdadero. En efecto, el Cielo no experimenta el pecado, sino la plenitud de Dios. Y el Cielo llama al corazón de María con un nombre que se relaciona con la plenitud de Dios. Ella es la “llena de gracia”, su corazón, todo su ser, son “llenos de gracia”. Esta es la salutación del Ángel en el día de la Anunciación: “Dios te salve, llena de gracia”. Ustedes ven: a la que llamamos: inmaculada, el Cielo la llama: llena de gracia. Dicho de otro modo, el corazón inmaculado de María no es sólo un espejo sin mancha, él es un espejo invadido por la luz y el amor divino: "llena de gracia". Su corazón es el espejo perfecto del corazón de Jesús, de la plenitud del amor que mora en él. Entre estos dos corazones, hay un mismo amor, un perfecto y total amor reciproco, que los une. Es la misma vida, la misma sangre que viven en estos dos corazones, incluso en el sentido literal de la palabra, porque María es su Madre, pero su Madre Virgen. Si en la consagración, sólo el sacerdote puede traer a Jesús al altar cuando dice "esta es mi sangre", sólo la Santísima Virgen puede decir después de la consagración, verdaderamente: esta es mi sangre. El amor totalmente entregado de María no es otro que el amor totalmente entregado de Jesús. Es un mismo amor, en los dos corazones, que hacen una sola cosa.

Entonces, en este corazón inmaculado de María, es la plenitud de amor de María lo que se alaba. Su alma es plenitud. plenitud del Señor. Ella es la totalmente entregada al Señor; toda poseída por el Señor, en todas sus facultades. No hay sombra en su amor, ni tibieza, ni compromiso o liberalismo, ni mediocridad. Descansar hoy en el corazón inmaculado de María, es escuchar la única palabra que Ella nos dice en el Evangelio, en las bodas de Caná: "Haced todo lo que él os diga". Vemos de nuevo la entrega radical: todo. "Haced todo lo que Jesús os diga". Es el mayor deseo de María. Una madre tiene sólo un gran deseo: que sus hijos estén profundamente unidos unos con otros; estemos nosotros, entonces, profundamente, totalmente unidos a su divino hijo Jesús, como Ella. Este deseo es el que la hace sufrir más, debido a nuestros pecados y mediocridades, a nuestra falta de respuesta al amor, que nos separa de Jesús. Es la espada que atraviesa el corazón de María al pie de la cruz. Entonces, celebrar el corazón inmaculado de María hoy, honrarla no solo con nuestras voces sino también con nuestros corazones, equivale a unirnos totalmente a Jesús, bajo la mirada de María. Entonces, en la escuela de su Corazón Inmaculado, excluyamos de nuestras almas todo apego al pecado, para permitir que nos invada el amor de Dios,