Sermón de la fiesta de nuestra Sra. de Itatí en el Priorato de Corrientes, Argentina

Fuente: Distrito de América del Sur

El pasado 9 de julio se celebró en la capilla San Miguel Arcángel de Corrientes la fiesta de nuestra Señora de Itatí. Reproducimos el sermón predicado para la ocasión.

Queridos fieles:

El salmo 1 nos habla de la recompensa del justo que no sigue el consejo de los impíos, no permanece en el camino de los pecadores ni se sienta en la cátedra de la pestilencia:

Será como un árbol plantado junto a la corriente de las aguas que dará fruto a su tiempo y su hoja no caerá y todas las cosas que haga prosperarán” (Salmo 1, 3).

¿Cuál es esa corriente de aguas en la que debe plantarse el justo?

La Virgen Santísima ha elegido esta figura en sus apariciones en nuestras tierras, mostrando que ella es el río junto al cual debe plantarse el justo para dar frutos agradables a Dios.

En Itatí, en 1615, aparece la imagen llevada a la capilla de la misión de Yaguarí por Fray Luis de Bolaños, la cual había sido robada por un grupo de indios que rechazaban la obra evangelizadora de los Franciscanos. La misma estaba a orillas del Río Paraná, radiante de una luz que no podía explicarse. Este hecho volvió a repetirse después que Fray Bolaños llevó nuevamente la imagen a la reducción de Yaguarí, lo que lo decidió a mudar toda la reducción al lugar elegido por la Santísima Virgen que pasó a llamarse “Pueblo de Indios de la Pura y Limpia Concepción de Nuestra Señora de Itatí.”1

El Río Paraná cumple así una función providencial como uno de los ríos más importantes, junto al Río Uruguay, de la Cuenca del Plata. Subiendo en sentido contrario de las aguas, casi en su desembocadura en el Río de la Plata, se une a él el Río Luján, en cuya orilla tenemos a la patrona de Argentina, Paraguay y Uruguay, nuestra Señora de Luján. Siguiendo camino ascendente por el Río Paraná llegamos a Corrientes, donde nuestra Señora de Itatí obró milagros semejantes a los ocurridos en Luján. Más hacia el norte, el Río Paraguay se une también al Paraná y cerca de sus orillas se encuentra la Virgen de Caá Cupé. Retomando nuestro camino por el Paraná, llegamos a Ciudad del Este y cruzamos al estado de Paraná en Brasil, por el Puente de la Amistad. Si seguimos, llegamos al estado de São Paulo donde, por medio de otros afluentes, se llega hasta el Río Paraíba do Sul, en cuyas orillas apareció la patrona de Brasil, la Virgen de Aparecida, en la ciudad que hoy recibe el nombre de Aparecida del Norte.

Es así que la cuenca del Plata, tan bendecida por los milagros de la Santísima Virgen, cubre el territorio de cinco países: Brasil, Bolivia, Paraguay, Argentina y Uruguay, con una extensión de seis mil km².

El Río Paraná, cuyas aguas dan vida a gran parte de Sudamérica, se convierte entonces en figura de la Santísima Virgen. Es ella el río cuyas aguas vivifican las almas de los fieles, junto a ella debemos plantarnos para dar frutos de virtud.

No obró de tal manera en todas las naciones.2 Bienaventurado entonces el hombre que no siguió el consejo de los impíos, sino los de nuestra Madre del cielo; que no permaneció en el camino de los pecadores, sino en el camino que nos lleva a nuestro Señor, la Santísima Virgen, que es el camino más fácil, corto, perfecto y seguro para llegar a Él, según palabras de San Luis María; y no se sentó en la cátedra de la pestilencia para enseñar el mal, sino que pone en práctica los consejos de nuestra Señora dando buen ejemplo y llevando muchas almas hacia ella. Éste será como un árbol plantado junto a la corriente de las aguas, pues recibirá todas las gracias de la Virgen Santísima, ese río caudaloso que porta las gracias infinitas de nuestro Señor y las reparte a todos aquellos que se entreguen a ella como verdaderos hijos.

La Virgen de Itatí quiso quedarse en Corrientes y bendecir nuestras tierras. Acudamos a ella en todas nuestras necesidades, pues las gracias que nos trae nunca se acaban. Plantémonos junto a ella y daremos fruto a su tiempo, nuestra hoja no caerá y todos nuestros emprendimientos prosperarán para hacernos crecer en toda virtud hasta llegar a la vida eterna.

Ave María purísima.

  • 1Itatí, en guaraní, significa “piedra blanca”. La Santísima Virgen había aparecido en las dos ocasiones a orillas del río sobre una piedra blanca, por lo que la ciudad recibió el nombre del lugar elegido por nuestra Señora para posarse, mostrando su voluntad de permanecer allí.
  • 2Salmo 147, 20