Omisiones e inexactitudes en torno de la santa misa de nuestro Señor

Fuente: Distrito de América del Sur

S.E.R. Monseñor Antônio de Castro Mayer (1904-1991)

Consideraciones de Su Excia. dom Antônio de Castro Mayer, Obispo emérito de Campos, sobre el resultado de la encuesta promovida por el Emmo. Cardenal Knox, entonces prefecto de la Congregación para el Culto, y publicado en diciembre de 1981 por el órgano oficial de dicha Congregación: “Notitiæ” nº 185. La encuesta afirmaba que la mayoría de los católicos estaban "satisfechos con la liturgia renovada".

Constatamos que la presentación del resultado de la encuesta promovida por el Cardenal Knox sobre la santa misa fue hecha con gran aparato, intentando dar la impresión de que se tratan de informaciones tan objetivas que llegan a minucias hasta individuales. Así, destaca la respuesta de un Obispo, uno solo en todo el Orbe católico, que en su diócesis habría obligado al uso exclusivo del rito tridentino.

En realidad estamos lejos de semejante exactitud.

Primero, está ausente del relatorio el pensamiento de muchas asociaciones de laicos católicos, fundadas en toda la Iglesia, con el fin de mantener la Misa de San Pío V y el canto gregoriano. Una encuesta que pretende saber lo que piensan los fieles sobre la Misa en latín y la Misa tridentina no podría omitir el parecer de tales asociaciones. Ahora éstas se quejan de que fueron sencillamente dejadas de lado. Nadie las entrevistó y no fueron tomados en consideración sus puntos de vista. Con esto, las respuestas a la encuesta Knox corresponden apenas a las estimaciones personales de los obispos sobre lo que pasa en su diócesis. Concediendo todo el acatamiento que merece la palabra de los excelentísimos señores prelados, es evidente que el testimonio de las asociaciones a que nos referimos es necesario para una visión objetiva de la posición de los fieles ante este grave problema: innovaciones tales en la santa misa que uno de sus autores, Bugnini, no dudó en declarar que, en muchos puntos, se trata de una "nueva creación".

La revista “Notitiæ”, citando un ejemplo que impone a los sacerdotes de su diócesis la celebración de la Misa según el “Vetus Ordo” de San Pío V, parece referirse al antiguo Obispo de Campos. Si piensa así, se engaña, pues es sabido que si la mayor parte del clero secular de Campos, bajo el gobierno de su antiguo Obispo, se mantuvo fiel a la misa tradicional, no se debe esto a ninguna imposición del prelado diocesano de entonces, ya que varios sacerdotes, aún entre los seculares, adoptaron el “Novus Ordo”, señal de que los primeros, manteniendo la misa tradicional, lo hacían por convicción propia, contrariamente a la insinuación de “Notitiæ”, dando a entender que esto pasaba por la voluntad dominadora del prelado.

Esta no es la mejor manera de ser objetivo.

Y llegamos a la laguna que nos parece la más grave en el relatorio.

Éste no se detiene en la apreciación de las razones sustentadas por los fieles a la misa tradicional para justificar su posición. Por otro lado ironiza, en nota, que el prelado que habría obligado a sus sacerdotes a utilizar el Ordo de San Pío V declara la misa de Paulo VI afectada de luteranismo. ¡Cómo decir que este prelado está de tal modo obcecado que llega al absurdo de afirmar que Pablo VI fue engañado por los luteranos!

Esta no es la forma de tratar seriamente asuntos serios.

En la respuesta que damos a la encuesta del señor Cardenal Knox, especificamos los puntos en los cuales el “Novus Ordo” se aproxima a la liturgia luterana. Especificamos y mostramos, en varios puntos, cómo se verifica esta aproximación (véase la respuesta del Excmo. Señor Obispo de Campos en Roma nº 69). Si la revista “Notitiæ” fuese realmente imparcial y sobre todo si atendiese al hecho de que la Iglesia es esencialmente una sociedad de fe, debería refutar los argumentos expuestos, explicando por qué no hay aproximación entre el “Novus Ordo” y la liturgia luterana. Así, tal vez, conseguiría disipar, por ejemplo, la impresión de que el “Novus Ordo” trató de obtener una misa supercristiana que llegase, al mismo tiempo, a los católicos y a las sectas protestantes, impresión marcada por la presencia de seis pastores protestantes, de varias confesiones, en los trabajos de los cuales surgió la nueva misa.

Les cabría asimismo explicar que la supresión del ofertorio de la misa tradicional no niega ni ofusca el carácter sacrifical propiciatorio de la misa y por tanto esta supresión no sería una concesión a los protestantes. Debería también mostrar que la reducción de los dos “Confiteor” ‒el del sacerdote y el de los fieles‒ reducidos a uno solo, común al sacerdote y al pueblo, no sugiere confusión entre el sacerdocio común de los fieles y el sacerdocio jerárquico del sacerdote, aunque la razón que llevó a Lutero a esa misma unificación haya sido tal asimilación.

Tendría también que demostrar que el nuevo “Ordo Missæ” no promueve la definición del punto nº 7 de la “Institutio” que enuncia lógica y gramaticalmente el absurdo que es la asamblea de los fieles que realiza el sacrificio de la Misa.

En suma, la revista “Notitiæ”, para ser leal, debería encarar de frente el problema fundamental del “Novus Ordo”, a saber: si diluye o no, si omite o no, la profesión de fe en los dogmas eucarísticos de la presencia real, transubstanciación, sacerdocio jerárquico, etc., contrariando el conocido axioma: “Legem credendi statuat lex supplicandi”. Es que si el “Novus Ordo” es ambiguo, puede ser usado también en la liturgia protestante, o sea, de los herejes que niegan aquellos dogmas eucarísticos.

Hasta que no se encare de frente este problema y no se actúe en consecuencia, se causa un perjuicio enorme a la Iglesia y a las almas.